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27 Yo fui el primero en decirle a Sión:
    “¡Mira, ya están aquí!”
Yo fui quien envió a Jerusalén
    un mensajero de buenas noticias.
28 Miro entre ellos, y no hay nadie;
    no hay entre ellos quien aconseje,
    no hay quien me responda cuando les pregunto.
29 ¡Todos ellos son falsos!
    Sus obras no son nada;
    sus ídolos no son más que viento y confusión.

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